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Un deber pendiente

  • Foto del escritor: Ximena Martinez
    Ximena Martinez
  • 2 dic 2021
  • 2 Min. de lectura

Tenía una hoja blanca de frente, toda la habitación para mí, luz, silencio y agua a mi alcance. Nada fluyó; espere una hora, con frecuencia me levantaba a mirar por la ventana, el cielo apretó el gris, las nubes una encima de otra, abajo el verde del aún terreno virgen; de vez en cuando se oían los ruidos de una ciudad; claxon de carros, ruidos de motor, niños gritando, gente vendiendo. Regrese a mi asiento, revise mis notas, sentí que tenía mucho que escribir, pero no logré formar una buena frase con la cual comenzar.


La mente divagaba de un recuerdo a otro, la atención se centraba en una gota que manchó el piso ¿en qué momento escurrí el café? Me forcé a concentrarme, a hilar las ideas, a llenar esa hoja y ¿con qué finalidad? Me asusté por un instante, más allá del bloqueo claro que estaba teniendo, me hallé nuevamente forzándome a hacer algo, algo que siempre he disfrutado hacer, por lo tanto no tendría por qué costarme ¿qué estaba pasando entonces?


No tenía hambre, ni ganas de dormir, no estaba aburrida. Simplemente era yo, que no estaba lista para hacerlo, aunque lo deseaba. De pronto entendí algunas situaciones del pasado. De pronto me volví otra vez esa persona que suele hacer las cosas por compromiso. De pronto entendí lo mucho que detesto esa palabra, la detesto cuando la utilizamos para “justificar” una presencia, un acto, un regalo. Yo lo estaba haciendo, estaba ahí sentada queriendo escribir porque me gusta hacerlo, porque tenía que hacerlo y entonces nuevamente, la diferencia entre el tener y el querer bofeteo mi cara.


Y bueno, sé que no soy la única persona que ha experimentado esta sensación, que ha convertido lo que ama en una rutina, en un deber; por necesidad, por repetirlo mil veces, por las circunstancias, por muchas razones.


- O amamos todo lo que hacemos o no hagamos nada por obligación-


Puede que ambos puntos sean complicados de lograr. Porque sentimos que hay una vida que aprovechar en su totalidad y que no podamos darnos el lujo de tirar el tiempo contemplando un cielo, de tirar horas, momentos de los cuales podríamos sacar mucha ventaja y mucho menos tirar oportunidades de hacer lo que queramos.


Pero en esta sobre exigencia constante en hacer, deber, tener, ir, estar y amarlo todo a la vez, no nos permitimos cometer errores, no nos permitimos tristear una tarde, no nos permitimos dejar de hacer algo y hacer nada, solo por placer; o esperar y continuar cuando sintamos que es el momento.


Comencé solo describiendo mi bloqueo y terminé confesando de nuevo ¿Qué haré después de esta reflexión? Posiblemente algún deber pendiente.



Muchas gracias por tu visita y lectura. No olvides retroalimentar, comentar o compatir :)

 
 
 

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