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Un bolillo pa´la crisis

  • Foto del escritor: Ximena Martinez
    Ximena Martinez
  • 24 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

Hace poco más de una semana les compartí que tengo una libreta donde anoto los temas de los cuales quiero abordar en el blog, que de alguna manera llevan un orden por así decirlo, sin embargo en esta ocasión hice caso omiso a mi libreta y tome la decisión de sentarme frente a la computadora y dejar que todo fluyera. No es fácil escribir si en tu cabeza no existe un orden (o al menos esa es mi creencia) por ello procuro enlistar cada situación o pensamiento que merece ser plasmado, pero hoy me di cuenta que hay detalles tan impredecibles que pueden cambiar o afectar lo que quieres hacer.


Tal vez les suene un tanto repetitivo el volver a mencionar el manejo de emociones; recordarán que en el ensayo anterior los invitaba a vivir su tristeza o su enojo tal y como vivimos la alegría y la esperanza, comprendiendo que una da paso a la otra y viceversa; sin embargo en esta ocasión decidí complementar este ensayo porque precisamente por esos detalles impredecibles que tiene la vida, es que ahora con lo sucedido en el país, nos volvimos a dar cuenta de lo vulnerables que podemos ser ante la naturaleza y nuevamente pueden poner en jaque nuestras emociones.


Todos el día de ayer, fuimos testigos del temblor que se suscitó en el estado de Oaxaca, el cual sacudió la Ciudad de México, el área metropolitana y algunos estados como Chiapas, Veracruz e Hidalgo. Algunos fueron testigos al percibirlo y otros al visualizar las imágenes y vídeos que inmediatamente comenzaron a circular en redes sociales. Fueron muchas las reacciones que la gente tuvo acerca de este sismo, tanto menciones de que le estaban dando mucha importancia a la CDMX cuando el estado de Oaxaca claramente está más afectado, hasta los famosos “memes” que de cierta manera nos causaron gracia pero que al mismo tiempo, estoy segura nos hicieron llegar de manera similar a este cuestionamiento: -¿Qué más falta para este 2020?


El menú contiene que estamos atravesando una pandemia a la que no le vemos final, el país está sobrellevando situaciones políticas y económicas, así como situaciones sociales que están generando debates y cambios (algo de lo que espero pronto poder abordar) hay siempre una noticia que acompaña el café por la mañana o por la noche y que de cierta manera influye en nuestro diario sentir.


La contingencia y lo demás antes mencionado han detonado una población que está desarrollando enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad y el estrés. Una sociedad que está también experimentando de sobremanera temor, miedo, angustia, incertidumbre por no saber qué va a pasar mañana o con qué nos vamos a topar cuando revisemos nuestros celulares. Estas también son emociones que así como la tristeza y la alegría, debemos dejar que el cuerpo las experimente como parte de una adecuada salud mental.


Por esta razón desde ayer quise comenzar a escribir y hablarles un poco más sobre la importancia de la salud mental. Si se dan cuenta pareciera que se está volviendo usual escuchar o leer acerca de esta etiqueta, más que una tendencia actual en verdad quisiera que no pasará de moda, el enfocarnos y percibir por todos lados la IMPORTANCIA (resaltándolo) que tiene el sentirnos en equilibrio con nuestros propios sentimientos. Esta salud mental no es algo que se construye de un día para otro, es un proceso cotidiano que puede durarnos toda la vida, en el que hay que trabajar desde que nos levantamos de la cama hasta que volvemos a cerrar los ojos.


Existe en cada uno de nosotros la capacidad de afrontar situaciones difíciles, como la que vivimos diariamente con la pandemia o como la que se experimentó el día de ayer con el sismo, esa capacidad de sobreponernos se llama resiliencia, y es parte fundamental de la salud mental. Todos, absolutamente todos poseemos esta resiliencia, claramente habrá quienes puedan salir de una manera más fácil de una tragedia que otros, pero esto no quiere decir que no sean capaz de, el desarrollo de esta resiliencia no es una competencia, cada quien va creando sus propios recursos para hacerlo posible.


Y en este punto si quiero hacer énfasis en que no podemos comparar dolores, ni procesos. Es decir, hay gente que puede superar la pérdida de un familiar en meses y hay quienes lo hacen en años. Hay personas que tras un accidente continúan sin ninguna afectación y habrá otros que desarrollen estrés post traumático; y esto también lo menciono porque por ejemplo, en las imágenes que circularon el día de ayer por el sismo, hubo una que en particular llamo mi atención, era un chico en la Ciudad de México que salió a repartir un bolillo para el susto a la gente que se encontraba en la calle después de salir de sus casas o trabajo, independientemente de la verdad o mito que hay detrás de esta creencia, alguien hizo el comentario sobre este vídeo asegurando que no “era tan necesario puesto que solo había sido una ligera sacudida”, tal vez esta persona lo percibió así, pero no por ello, damos por hecho que los demás están exagerando o dramatizando en sus emociones tras sucesos traumáticos como lo son los sismos.


El hecho de que tu llores, grites, pidas un abrazo o un consuelo ante una situación así o de otra índole, es parte de cómo vives tus emociones, y nadie debe juzgarte por ello. Sí podemos generalizar el sentimiento, es decir, darnos cuenta de que alguien más siente lo mismo que tú, el mismo terror, la misma angustia o incertidumbre, y ese acompañamiento te puede ayudar a superarlo. Solo te pido no te etiquetes como una persona exagerada, dramática, loca, alterada de los nervios, incluso insufrible o insensible.


Lo más recomendable para estos tiempos de vacilación como ya se los he mencionado es, recurrir a la ayuda profesional. Ante este contexto de contingencia hay psicólogos que están ofreciendo sus servicios ya sea de manera virtual como también de manera gratuita mediante líneas de apoyo a las cuales se puede marcar. También es válido que expreses tu manera de sentir con tu familia, tu pareja, tus amigos, alguien que sea una persona de confianza para ti, alguien que en ese momento pueda brindarte su apoyo siempre y cuando no te sientas juzgado o juzgada.


Tengamos ese momento con nuestro interior de percibir como nos estamos sintiendo y cómo podemos sobrellevar ese sentimiento. Si eres de las personas que necesitan prever planes en torno a determinadas situaciones de riesgo, hazlo, si eso te da cierta seguridad considerar continuar; de igual manera si existen actividades o hábitos que quieras implementar en tu rutina para restablecer tu estabilidad. Es importante también que si te consideras vulnerable ante imágenes o noticias, evítalas, desconéctate un momento para mantenerte en la realidad, principalmente de teorías conspiratorias, predicciones o noticias falsas. Una buena técnica para las personas ansiosas es el “aquí y ahora”, ya que las ayuda a vincularse con el presente mediante objetos o formas que en ese momento pueden sentir, oler, tocar y probar.


La salud mental como ya lo mencioné, se construye con cada acción que hacemos para consolidarla pero también se hace cuando nos permitimos llorar e incluso cuando el miedo nos acecha ya que desarrollamos un instinto de supervivencia que como su nombre lo dice, nos mantiene a salvo. Así de perfecta puede funcionar nuestra psique.


Y lo más importante, no minimices tu incertidumbre o miedo ante los valientes; esos valientes también se sintieron en algún momento como tú, solo que sus circunstancias fueron otras.


Vamos a vivir un día a la vez, porque estoy segura de que aún faltan más sucesos a los cuales tendremos que hacerle frente.


Gracias por estar aquí, leyéndome.


 
 
 

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