"Son o no son"
- Ximena Martinez
- 20 jul 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 20 jul 2020
Decidí tomarme unos dos días más para poder iniciar este escrito con la finalidad de que la inspiración me tomará entre sus manos y me hiciera comenzar. Desafortunadamente la inspiración me asalto mientras me bañaba, así que me apresure para estar aquí nuevamente. Suele sucederme que mientras tejo cada palabra o frase en mi cabeza, me llegan nuevas ideas y hasta incluso imágenes con las cuales relaciono lo que quiero escribir, sobre todo cuando elijo las temáticas que quiero abordar. Sin embargo debo confesar que no siempre sé qué es lo que quiero plasmar aquí, porque siento que existen infinidad de temas y es complicado decidir qué tan convenientes, novedosos o adecuados pueden ser.
Pero el día de ayer, mientras seguía esperando a la inspiración, estaba leyendo la obra teatral de Rodolfo Usigli -La mujer no hace milagros- cuando me topé con esta frase:
“Las gentes pueden guardarnos rencor a veces por no intervenir en sus asuntos, pero ciertamente jamás nos perdonan que intervengamos en ellos”
No describiré a grandes rasgos el contexto de la obra teatral, porque implicaría una reseña literaria y no es la intención, sin embargo sí puedo comentarles que esta frase es dicha por la mamá de uno de los personajes principales al querer inmiscuirse en la disputa que hay entre su hija y su novio.
Esta frase ciertamente llamo mi atención porque al leerla me percaté de lo acertada que es, en cuanto a la manera en la cual, sin ser solicitada como tal, tendemos a opinar, intervenir, meternos en la vida de los demás, en especial de las personas que apreciamos como la familia y los amigos. Aunque claro, como también lo dice la frase, puede que haya ocasiones en las cuales sí se requiera de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestro punto de vista. Y así, como lo hacemos con las personas allegadas a nosotros, es tan fácil también crear una opinión de la vida del semejante.
Las relaciones interpersonales generan vínculos de confianza, empatía, cariño y respeto por el otro, por lo tanto es lógico que cuando la persona que queremos está ante una situación difícil, estresante o complicada, nos sentimos con esa “responsabilidad” de sugerirle alguna medida que le pueda dar solución a su problema. Puede que nos haga caso o que simplemente nos agradezca el detalle y haga lo que considere más conveniente, en el mejor de los casos. Puede también traernos roses con la persona, porque no a todos les gusta que los demás opinen por cercanos que sean. Cada quien escoge su postura.
Sin embargo, la otra situación apunta a -¿qué tanta responsabilidad sentimos de meternos en la vida de algún desconocido a través de las redes sociales? En un ensayo anterior publiqué que es considerablemente bueno generalizar el sentimiento que tengamos de miedo, tristeza o incertidumbre, porque así sabremos que no somos los únicos que nos sentimos de tal manera y ayuda a superarlo. Con la ayuda de las redes sociales las personas cada día manifiestan más sus posturas, sus ideologías, sus problemas, sus formas de vida, por lo tanto los coloca en una balanza entre la vulnerabilidad y la aceptación.
La vulnerabilidad de ser víctima de críticas por la manera en cómo piensas y vives, y a su vez la aceptación o admiración por otras personas que se pueden identificar contigo. Incluso este blog es una plataforma que también se presta a ser foco de críticas como de aprobación. Los “influencers” y los “youtubers” tienen ese éxito gracias a la admiración que reciben por sus vídeos, sus dinámicas y su contenido con el que muchas personas (principalmente jóvenes) se identifican.
Esa apertura que se tiene con estos personajes e incluso con cualquier otra persona que no sea famosa dentro de las redes sociales, les decía, propicia a que seamos jueces de su vida. Es decir, damos por hecho que al ver cualquier contenido en redes sociales, desde una foto, un texto, una imagen o una campaña, nos creemos con el derecho a interpretar la vida y la ideología de esa persona. Muy probablemente personajes como estos influencers estén preparados para esto, pues hacen de su vida una situación pública. Pero -¿Qué pasa con las demás personas? ¿Hasta qué punto es tolerable que se interprete su vida?

Foto de Alvin Estibar en Pexels
Sé que al ser parte de las redes sociales, al subir continuamente fotos, historias, etc. estamos expuestos a la crítica. Precisamos también de aprobación, es una de las necesidades que forzosamente como seres humanos tenemos que experimentar, por lo tanto al ser individuos sociales queremos dar a conocer todo lo mencionado arriba, aunque habrá quienes quieran mantener una línea de privacidad entre su vida real y su vida virtual.
Cuando vemos una publicación, nos podemos sentir identificados, nos puede gustar, nos puede causar gracia, nos puede causar tristeza, molestia o desagrado. Es parte de la dinámica, pero el problema empieza cuando yo asumo que si alguien compartió la foto de un lugar es porque quiere presumir, cuando alguien comparte información sobre temas o libros asumo que quiere mostrarse intelectual, cuando alguien comparte que está haciendo obras de caridad, doy por hecho que quiere promocionarse políticamente, por mencionar algunos ejemplos. Y probablemente sí estén queriendo mostrarse así, que estén faltos de o simplemente quieren comunicarlo sinceramente al mundo.
Lo que yo asumo de esas personas, es una cuestión personal, es mi interpretación y ¿qué me puede generar? Envidia, alegría, motivación, descontento. Muchos sentimientos. Y es por esta razón que también nos sentimos, como ya lo mencionaba con el derecho a señalar o criticar lo que está haciendo, solo porque está en Internet. En estos tiempos tan azotados y agitados, queremos opinar, queremos ser escuchados, leídos, comprendidos, queremos hablar, queremos ser reconocidos y sentirnos parte de algo, es nuestro derecho, sin embargo el derecho a opinar no simboliza que puedas etiquetar u ofender a alguien.
Asimismo tendemos también a “pobretear” a la gente. – Pobrecito, pobrecita -. Y no, el problema no es que seamos empáticos y veamos las circunstancias de los que nos rodea, el problema en sí, es que minimizamos a la persona y a su vida, la asimilamos tan carente y no en cuestiones económicas.
Es muy difícil, no meternos en la vida de alguien más; se acuerdan que en un ensayo también les mencionaba que aún no entendemos la diversidad corporal del ser humano y que también encasillamos a la gente por su físico, si la persona es gorda no puede ser exitosa; si la persona es flaca es porque no disfruta los placeres culinarios de la vida. Lo mismo sucede en la vida cibernética, como por ejemplo la existencia de campañas pagadas de desprestigio y de odio hacía alguien en concreto y que logran cumplir con esa finalidad. Las personas a través de las redes sociales son capaces de destruir una imagen o crear un ídolo en cuestión de segundos.
Si estoy dispuesto a dar mi opinión, es porque será constructiva, es porque estoy siendo empático, es porque estoy dejando el egocentrismo de sentirme más o superior. Es porque sé que también existe gente que quiere saberla, que quiere escucharme. Podemos decirle a la gente lo que pensamos sin ofenderlos, sin dar por hecho que son o no son. Pero también puedo ser productivo conmigo mismo, puedo incluso reservarme una opinión o un comentario basado solo en lo que veo.
La vida de alguien me puede parecer subjetiva. De acuerdo a cómo yo he vivido y he sentido, voy a juzgar a los demás. Pero tu vida también le puede o no parecer a alguien. La perfección genera envidia, y a decir verdad la perfección ni siquiera existe, por lo tanto la envidia no debería tampoco existir, sin embargo, son reales los sentimientos que nos genera una vida “aparentemente” mucho mejor que la nuestra porque así lo designamos.
Así que cuando digo que seamos productivos con nosotros mismos, nos enfoquemos en querer mejorar o cambiar aquello que no nos guste, que nos incomode, para entonces ver la vida de mi semejante como una motivación o simplemente no juzgar lo que esa persona está viviendo. No todo lo que existe en Internet y en redes sociales es verdadero. Hasta las noticias también llegan a ser falsas.
Una vez más, gracias por leer este escrito.
Nos vemos la próxima semana.

Foto de fotografierende en Pexels
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