top of page
Buscar

Estrés… ¿tecnológico?

  • Foto del escritor: Ximena Martinez
    Ximena Martinez
  • 14 abr 2021
  • 5 Min. de lectura

La contingencia sanitaria que estamos atravesando desde el año pasado, ha ocasionado cambios realmente considerables en la vida de los seres humanos. Desde enfrentarnos al encierro, al distanciamiento social, a la constante saturación de información y desinformación sobre el COVID, mitos, creencias, etc. y la nueva normalidad que implica el regreso a clases de manera virtual.


Esta situación ha dejado mucho que hablar en términos de educación igualitaria y hasta cierto punto, gratuita; ya que es de suma importancia contar con el acceso ilimitado de internet y las herramientas como celulares y computadoras para realizar las actividades educativas, pero sobre todo el conocimiento casi absoluto del manejo de las Tecnologías de la Información y Comunicación.


Si bien es cierto que la educación en nuestro país sigue estando muy rezagada en términos de infraestructura, capacitación del docente, salarios, modelos educativos, programas, planes, etc. existe una clara línea diferencial entre la educación en las zonas urbanas y en las zonas rurales, las cuales pareciera, han sido las más afectadas o las más difíciles de llevar esta educación virtual. Existen alumnos cuyas viviendas no cuentan ni siquiera con los servicios básicos, por lo cual el servicio de internet tal pareciera limita su educación.


En el caso de los docentes, ellos también están enfrentándose a una situación - a lo mejor no tan desconocida - pero sí retadora, ya que han tenido en su mayoría que adaptar sus hogares a aulas virtuales y planificar un día de clases a 120 minutos, sin una interacción física o retroalimentación necesaria para el proceso de enseñanza – aprendizaje.


Para ambos personajes de la educación, es un hecho complejo, que por necesidad de estos tiempos, se están adaptando como tal. Sin embargo, en cuanto a las Tecnologías de la Información y Comunicación, tanto el uso excesivo de ellas como la negación sobre su utilidad, han ocasionado que surjan algunos patrones de comportamiento en el desempeño de la vida personal y laboral de las personas.


Ante esta situación del uso necesario de las tecnologías para llevar a cabo la educación, para él envió constante de tareas, evidencias, fotografías, vídeos, calificaciones, revisiones, así como las fallas debido a la saturación que a veces presentan plataformas como Zoom, Google Meet o Google Classroom o el servicio de internet de cualquier compañía, tanto alumnos como docentes experimentan sentimientos de tensión física y emocional, que conllevan al estrés.


El estrés no necesariamente tiene que ser negativo, ya que existe un efecto beneficioso que permite al individuo controlar situaciones, optimizar la supervivencia y desarrollar un rendimiento adecuado para las actividades. Sin embargo, la tensión a la que actualmente están sometidos alumnos y docentes, agudiza el estrés convirtiéndolo en crónico, prologando los síntomas de irritabilidad, cansancio, falta de concentración, falta de energía y malestares físicos.

El estrés debido a la educación virtual puede ser tipificado en estas cinco categorías de los estresores según algunos autores como Ivancevich y Matteson (1989):


a) Estresores del medio ambiente físico, cuyos factores son iluminación, ruido, temperatura y condiciones climatológicas. Son pocos los alumnos como docentes que tienen a su disposición un lugar adecuado para recibir y dar clases, sin entorpecerlas con estos factores, incluyendo contar con el material necesario.

b) Estresores individuales, como el conflicto del rol, la sobrecarga de trabajo y la responsabilidad; cabe señalar el exceso de actividades que se le exigen al alumno como incluso las que también se le exigen al docente como evidencia para sustentar su trabajo.

c) Estresores grupales, como la falta de cohesión del grupo, el apoyo inadecuado del grupo, las presiones y conflictos. En esta categoría podemos considerar que muchas veces existe la preocupación respecto a la participación de todos los alumnos, considerando como se mencionaba anteriormente, que no todos cuentan con el acceso a las plataformas o el total desinterés de padres y alumnos por acceder a sus clases.

d) Estresores organizacionales, en ella encontramos la dificultad de entablar como tal una relación de interacción entre alumno y maestro, donde el docente pueda detectar las necesidades educativas, las inteligencias múltiples, etc.

e) Estresores extra organizacionales, los cuales están directamente relacionados con la familia y el entorno social que los rodea. Las zonas rurales son las que experimentan situaciones más problemáticas en cuanto al acceso y uso de las tecnologías precisamente por el medio donde se encuentran.


Ante este panorama, es complicado definir como tal, una manera exacta de afrontar estos estresores, ya que mientras exista el riesgo de un contagio aún más masivo, la educación seguirá siendo virtual. Asimismo se tendrá que enfrentar en un posible futuro los retrasos aún más notorios de los alumnos en nuestro país, porque ante todo lo que está implicando el estrés tecnológico surgido de esta necesidad de – quedarse en casa – los alumnos no están aprendiendo lo suficiente ni lo esperado.


Si bien es cierto que vivimos en un mundo caótico y estresante por todos lados, la salud mental está empeorando con esta contingencia sanitaria y la situación educativa, a tal grado en el cual se deben tomar medidas necesarias para frenarla o disminuir sus efectos.


Por lo tanto es necesaria la adaptación. A veces se piensa que el ser humano es tan renuente al cambio porque reacciona ante la amenaza de la supervivencia, pero claro está que cada una de las generaciones humanas han tenido que modificar su sistema de conservación ante los cambios sociológicos y ambientales del entorno; así que en efecto la adaptación a este nuevo sistema educativo temporal puede ser posible.


De igual manera, los docentes deben tener a consideración las necesidades del alumno; es bien sabido que la carga excesiva de toda actividad – laboral o educativa – no garantiza el éxito como tal de la misma, el exceso de los contenidos y las actividades no solo no permite que el alumno aprenda sino que también genera un sentimiento de hartazgo e irresponsabilidad que le impide el desarrollo educativo. Asimismo se debe considerar el estado socioemocional en el que se encuentran, ya que existen alumnos y también docentes que perdieron a sus familiares o amigos por esta enfermedad y que se está viviendo una etapa de duelo que impide el actuar de una persona. La benevolencia del docente también le beneficia a él, ya que disminuye su propia carga de trabajo y permite enfocarse en aquellos aspectos que necesita reforzar para el proceso de enseñanza – aprendizaje.


No debemos olvidar que esta pandemia cambio completamente el mundo que conocíamos, cambio la manera de interactuar mutuamente, la manera de trabajar, de comprar, etc. Es una revolución - que aunque no implico una guerra como tal – está constantemente transformando hasta el concepto de libertad, por lo tanto se ha de aprender a vivir con ella, en términos de salud y en términos educativos.


Referencias bibliográficas

IVANCEVICH, J.M. y MATTESON, M.T. (1989) Estrés y trabajo. Una perspectiva

gerencial. Mexico, Trillas.

 
 
 

Comentarios


© 2023 by Name of Site. Proudly created with Wix.com

bottom of page