top of page
Buscar

En un abrir y cerrar de ojos...

  • Foto del escritor: Ximena Martinez
    Ximena Martinez
  • 11 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

Hace casi un mes, su servidora cumplió años. Publiqué a la par una de mis mayores confesiones, el escribir para vivir y vivir para seguir escribiendo. Como para la mayoría en este año, mi celebración fue diferente. Trate de hacerla especial. Me propuse iniciar otro ciclo, otra etapa. Me tomé unos días de descanso y decidí dejar de pensar mucho. Y entonces me di cuenta de algo…


No sabemos vivir. Hacemos que vivimos. Andamos de un lado a otro pensando que vivir es estar ocupado la mayor parte del tiempo; que vivir es tener mil cosas que hacer, que vivir es estar rodeado de cosas materiales, lugares que presumir, anécdotas increíbles que contar, listas de amores, desgracias únicas y que hay una cierta edad para empezar a vivir, o al menos eso le hacemos creer a los niños cuando les aseguramos que aún son demasiado pequeños para entender y vivir la vida. Lo que sí, es que nadie puede afirmarnos que crecer no duele mucho.


Convertirnos en adultos, mirar todo aquello que aparentemente ya no debemos hacer, tener más responsabilidades y hasta un plan de vida son algunas exigencias que la sociedad ha impuesto, y es entonces cuando pareciera que deseamos regresar a esa edad en la que solo nos preocupaba que no lloviera para salir a jugar. Sé que suena ilógico pero lo es tanto como esperar con ansias a que suceda algo, estar viviendo ese momento, preocuparnos por el futuro y darnos cuenta que ese algo se desvaneció con el tiempo.


Por eso escuchamos tanto que “la vida es efímera”; que se va en un abrir y cerrar de ojos, en cuestión de segundos; ningún día es igual al anterior, tu amaneciste de una forma y te seguro que te iras a dormir siendo de otra manera. Así es como la vida te recuerda que todo se transforma. Así como el otoño que tenemos en puerta y su espectáculo de hojas caer te dicen que para haya vida también tienes que dejar ir.



Pero, como andamos a prisa por la vida, dejamos para “luego” lo que a veces debería ser más importante; la salud, la familia, lo que amamos lo hacemos a un lado para hacernos personas triunfantes, porque el trabajo y el dinero pues, lamentablemente no caen del cielo. Y sí, se vale hacer todo lo posible por conseguir lo que anhelamos material o espiritualmente, pero -¿hasta qué grado, o hasta qué sacrificio?


Y en esa carrera de luegos, de más tarde, y después, la vida va adquiriendo un sentido de inmediatez que cualquier cosa que pueda optimizar nuestro tiempo es la mejor opción. Tal vez por eso tengan tanto éxito los entrenadores de vida, porque nos ofrecen una solución con un mínimo de esfuerzo, así como los tutoriales, las ideas en cinco minutos y otras tantas elecciones que tenemos a la mano que por creerlas exprés son mejores.


Probablemente lo sean o no, pero el punto es que nos hemos vuelto tan desidiosos con el tiempo que queremos que en un chasquido de dedos todo se haya resuelto. Y el arte de vivir como cualquier otro arte, implica tiempo, implica constancia, disciplina, práctica y hasta sufrimiento. Claro que el internet ha ayudado a todo sea más fácil, más accesible, más viable, no hay duda de ello; pero jamás podrá suplir el latido de un corazón, el sudor de una frente, el olor de una flor, lo fresco de una brisa, esos detalles que te recuerdan que estas vivo y que lo que haces está valiendo la pena.



La vida se tiene que vivir, aunque no siempre se entienda, la vida tiene que seguir, aunque a veces no se pueda; Recuerdan que siempre les hablo de un equilibrio, para que haya luz debe haber obscuridad, para que exista algo se tiene que prescindir y antes de morir, tienes que vivir. Te aseguro que no todo tiene una respuesta, que se nos pondrá a prueba nuestra propia resistencia, que vamos a perder mucho pero también a ganar mucho, que no podemos esperar a que todo lo malo que nos suceda se resuelva, que cada día tendremos la oportunidad de empezar de cero y que vendrán tantos aprendizajes cuando por fin quieras comenzar a vivir.


Son tiempos de renacer, unas mil veces incluso, son tiempos de adaptación y transformación como lo dicta la tecnología, son tiempos de reflexión por una contingencia sanitaria, todo quiere y puede suceder por igual. Pero muchas veces estamos en espera de ese “algún día”, ese día en el cual me pondré el atuendo nuevo, ese día en el que comeré lo que tanto anhelo, ese día en el que lo haré, le diré, iré, dejaré… esperando perpetuamente por el momento adecuado, sin percatarnos de que estamos justo ahora, justo hoy viviendo ese instante que pasamos toda la vida buscando.


Cada minuto que pasa es tu cuerpo que cambia, envejece, se renueva. Cada milímetro de ti reciente el paso del tiempo, somos frágiles y también fuertes, nos rompemos y nos reparamos. Ningún dolor es eterno, pero tampoco ninguna felicidad, el siempre como utopía y el eternamente no es una medida. Existes y todo lo que creas cuando vives, tienen tanto poder las palabras como las acciones, así que vive y no olvides que…


La vida es una delgada capa de realidad. Una capa que puede romperse en cualquier momento. Una realidad que incluso ya sucedió mientras yo escribía esto.



Mil gracias por su tiempo y por seguir aquí, mis queridos lectores.

Foto de RJ Prabu en Pexels

 
 
 

Commentaires


© 2023 by Name of Site. Proudly created with Wix.com

bottom of page