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El primer propósito

  • Foto del escritor: Ximena Martinez
    Ximena Martinez
  • 31 ene 2021
  • 4 Min. de lectura

¡Qué rápido se nos fue enero! justo como la primera uva que entró en mi boca en ese ritual de las doce campanadas y los doce propósitos. Literalmente me la trague; en el fondo deseaba que así sucediera, que no sintiéramos tanto la presión que contenía este mes. Justo hace unas semanas publiqué el último ensayo de ese año que no quisiéramos ni mencionar, desempolvé el hábito de la lectura para mejorar esto de hacer catarsis, hice mapas mentales para saber qué más podía decir y hoy, nuevamente estoy aquí frente a la computadora dejando que fluya todo.


El inicio de año fue duro, alentador pero duro para muchas personas, no está de más hacer hincapié en lo luctuoso que fue y sigue siendo esta situación; sé que paso por nuestra mente pensar que teniendo un píe en el 2021 mágicamente todo iba a mejorar, íbamos a poder salir más confiados y todo iba quedar atrás. Y no, considero que la fantasía navideña y el fin de año llevaron a incrementar seriamente las cifras y que la pandemia se saliera de control. Sin embargo, así como anhelábamos que las fiestas nos trajeran un consuelo, quisimos que enero también nos compensara.


Pero, resulta que enero no fue diferente y no lo serán los siguientes meses, a menos que nosotros lo hagamos posible.


-¿Acaso no es mucha responsabilidad ya, el cuidarnos de un virus, atender nuestra salud mental y emocional, seguir conviviendo con la familia, conservar el trabajo o conseguir uno, mantenerme lo más cuerdo posible y todavía hacerme cargo de hacer especial cada mes? Pero en efecto, es nuestra responsabilidad.


Nos gusta a veces delegar lo que en sí nos corresponde. Dejar que los medicamentos se hagan cargo de una gastritis que pudimos evitar comiendo a nuestras horas o dejar que mi pareja haga todo por hacerme feliz, y otras tantas situaciones de las cuales, es más fácil echarle la culpa a una segunda persona que mirarme en un espejo y aceptar que mis decisiones tuvieron errores.

Cuesta mucho darse cuenta de hasta dónde podemos llegar sí la actitud cambiase en uno. Es cierto que aprendemos esa conducta, que hemos escuchado por años la culpa que cargan los padres, los maestros, los gobiernos, de nuestra desgracia, nuestra ignorancia, nuestra mala suerte; así mismo, la lógica por la cual existen los profesionistas de la salud, médicos, dentistas, etc. que su trabajo radica claro, en atender aquello que dejamos para después, como nuestra salud.


Hay posibilidades que ellos – padres, maestros, médicos, gobernantes – pueden crear para mejorar nuestra existencia en todos los sentidos, y que gran parte de estas posibilidades tiene que ver con los derechos universales de todo ser humano. Sin embargo, existen otras circunstancias de las cuales tarde o temprano uno tiene que asumir para crearlas, fomentarlas, reforzarlas, mantenerlas. Y que la actitud no es más que la manera necesaria de estar dispuesto a actuar.


Foto de luizclas en Pexels


Cabe hacer mención de que hay situaciones en la vida que no están sometidas a la manera en cómo me despierto en la mañana y que sí son exclusivas de atención por esos expertos en salud, como enfermedades mentales y crónicas.


Sin embargo enero no tiene la culpa de las deudas que puedan quitarte el sueño, o de que no has logrado concretar el inicio de una vida más saludable. Aunque enero se comienza con la batería recargada al cien, uno es quien tiene que ponerle sal y pimienta al gusto todo el año.


Esto de la actitud, no tiene nada que ver con uno “échale ganas” que a veces tanto puede fastidiarnos, más bien es el concientizarnos del lugar donde estamos y hacia donde queremos dirigirnos; hacer conciencia de que habrá días en los cuales todo será más sencillo, pero también los habrá aquellos en que no queremos ya ni siquiera hacer un último intento. Así como hemos aprendido que usar un cubrebocas es sinónimo de solidaridad con el prójimo, es también una demostración de amor propio, pues es nuestra salud la que estamos preservando y si no lo entiendes, por más comerciales o indicaciones que veas, si tu actitud es de total negación, no lo usarás. Y de ser así, ya sabes cuáles serán las posibles consecuencias y todo por una mala decisión.


He ahí la importancia de la vida que aspiramos tener en estos once meses restantes.


Está claro que no tenemos ni idea de lo pasará mañana, ni lo que sucederá en este año, por lo tanto puede ser complicado el preparar una estrategia que nos mantenga con vida y hasta cierto punto, con la esperanza para avanzar. Pero sí cultivamos la responsabilidad de hacernos cargo de nosotros y que cada acción, decisión, palabra y acto traerán consigo una reacción, la actitud ante la vida e incluso, los propósitos que fuimos deseando con cada campanada serán más posibles de llevar a cabo.


No hay ninguna fórmula mágica, ni secreta, ni rápida para conseguir lo que quieres, aunque el mundo en el que vivimos actualmente nos ha vendido la idea de que con menor esfuerzo se pueden conseguir las mismas cosas, no es posible que sin mover un dedo puedas cambiar tu vida. Los cambios que necesitas o deseas – independientemente del mes en que estemos - se consiguen con dedicación, tiempo, disciplina, constancia y mucha, mucha responsabilidad. Aunque son valores que muy difícilmente mantengamos relucientes o a simple vista, con un primer propósito logrado de esta manera, los demás se harán un hábito.


Enero no ha sido tanto el mes que esperábamos, pero podemos hacer aún que febrero, se convierta en la excepción.



Muchas gracias por seguir siendo parte de esta comunidad, donde hemos logrado hacer catarsis. Los espero en la próxima entrada.


Foto de Luca Nardone en Pexels

 
 
 

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