¿De qué lado estás?

Me pasaron muchas cosas antes de poder sentarme nuevamente aquí (escritorio y yo). Cosas como concepto que engloban sucesos, cambios, enfermedades que enlistarlos no me parece necesario; cosas que – depende de qué lado estés- pudieron ser buenas o malas, pero sucedieron y tienen una razón de ser; o tal vez no.

Y así, de repente es como si todo en esta vida tuviera sus dos lados; el lado bueno, el lado malo, el lado de quienes ven oportunidades en el caos o de quienes ven mucho caos en el caos. El lado de quienes son muy proactivos con lo que hacen o el lado de quienes van improvisando. El lado de los pacientes, de quienes asumen con serenidad cada paso que dan, a diferencia del lado de quienes corren incluso contra corriente; el lado de quienes conceptualmente adoptan corrientes filosóficas para vivir y el de quienes viven repitiendo patrones familiares.

El lado de los izquierdistas, los derechistas; el lado de los pro vida, de los que apoyan el aborto; el lado de quienes derrochan materialmente hablando o de quienes prefieren limitarse, de los consumistas, de los minimalistas, de los ecologistas, de los que quieren llevar una vida más saludable, de los ateos, de los religiosos y un eterno etc. La existencia de estos polos, de estos lados, reside por supuesto en cómo interpretamos la vida, en esas creencias de la sociedad donde nos desarrollamos, en nuestras metas, incluso; pero la existencia también es una muestra precisa de radicalización en la que pareciera solo existen estos dos extremos, en los que eres o no eres, estás o no estás.

Hay maneras de llegar a puntos intermedios, sin necesidad de deshacernos de nuestro propio ideal, sin dejar tal vez, hasta de prevalecer en el; lo que me parece crudo en algunas circunstancias es nuestra poca capacidad de debatir, de escuchar activamente otro punto de vista distinto, de querer llevar a nuestro lado a quienes no estén o nuestra incesante necesidad de querer tener siempre la razón; aunque a estas alturas ¿Quién la tiene?

Foto de Athena en Pexels

La radicalización de una postura en la vida, del – eres o no eres en extremo – no es esencialmente la forma de defenderla, de hacer de ella un estandarte de lucha, porque esto asemeja una guerra; constantemente estamos inmiscuidos en redes sociales a diestra y siniestra abatiendo teorías, comentarios, personajes, noticias, con amigos y desconocidos, creyendo que nosotros somos los buenos, pero ¿qué pasaría si nosotros fuéramos los malos? o peor aún ¿qué nos dice que es bueno y qué es malo?

Estar en lo correcto no es sinónimo de ser bueno. Estar equivocado tampoco te hace malo.

Es considerable que la postura que hemos elegido o la que incluso, se nos inculco de pequeños es aquella que defenderemos, porque ha hecho de nosotros, tal vez personas exitosas, prosperas, honradas, bendecidas, sin embargo, a veces suele ser tan subjetiva la manera en cómo interpretamos la vida nuestra y la de otra persona que solemos equivocarnos al emitir juicios sobre el lado contrario; el dicho lo dice, todos hablan de cómo les fue en la feria.

Entonces ¿de qué lado estás? La existencia de opuestos le trae equilibrio a la vida, completamente. Cada quien elige el lado que guste portar, el color de su casa, las calorías de su comida, los gastos que ha de hacer, el partido, lo negativo, la fe, la ley, la teoría, todo lo que subyace en su vida.

Sé que muy difícilmente podemos abrirnos a todas las posibilidades que en ella existen, como lo complicado de entender que detrás de un “negro y blanco” hay un mil más de tonalidades, de acuerdo a la intensidad, a la luz, a las combinaciones entre ellos, incluso; pero aunque la balanza tienda normalmente a estar regida hacia nuestro lado izquierdo o derecho – no políticamente hablando – podemos de vez en cuando, anclarnos en un punto neutral y dejarnos ser y creer en lo que consideremos, aunque probablemente, sea llevarle la contraria al mundo entero.

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