Ajena

Fue notoria mi ausencia, pero necesaria, soy creyente de que a veces las distancias nos permiten tener nuevos y mejores panoramas de lo que hacemos, de los que decimos, de lo que estamos construyendo. Este espacio que se creó con la finalidad del cual lleva su nombre – haciendo catarsis – es sin duda ahora, mi lugar más seguro.

Durante meses me cuestioné un sinfín de cosas, replanteamientos una y otra vez de -¿A dónde quería llegar y a donde realmente estaba llegando? Situación que creo yo, a todos nos ha pasado; y aunque pareciera de lo más típico ya, el mundo también se ha vuelto tan incomprensible. Por un lado nos es innecesario entender qué pasa y por el otro, si lo cuestionamos, no es fácil llegar a la respuesta correcta. Así nosotros, así el mundo.

Y es precisamente esa incomprensión de la que me sentí ajena. Ajena no porque no me produjera sentimiento alguno todo lo que a mis oídos y ojos llegaba, sino más bien ajena a no ser la persona adecuada para escribir, para desahogar, para indicar, para hacer notar algo que se nos estuviera escapando de las manos; y es que en realidad -¿Quién lo es? Quienes pueden hablar sin tener ya un juicio dirigido, una teoría conspiratoria, un discurso sin privilegio. En algún momento escribí en mis entradas anteriores, que cuando todos sabemos, al final nadie sabe realmente, nunca se ha escrito o dicho lo suficiente, nunca se llega al nunca más de un tema cualquiera.

Foto de Dilruba Sarıçimen: https://www.pexels.com/es-es/foto/puesta-de-sol-mujer-pared-silueta-9652373/

Tal vez el no comprender al mundo, en sus estallos y en sus arrebatos, nos lleva a no comprendernos a nosotros mismos, porque somos quienes estallan hartos y quienes violentamos lo que nos rodea, incluso hasta lo que puede estar a kilómetros gracias a la tecnología, porque el idioma se ha vuelto agresivo, a veces incluyente, pero principalmente soberbio, agrio, en el mejor de los casos, porque también nos hemos vuelto mudos y distantes.

Por ello denomino éste mi lugar seguro, no porque se desconozca quien soy, ya que muchos saben quién está detrás de este escritorio, lo denomino así porque cualquier espacio físico o no, que nos otorgue la libertad de ser nosotros, de cuestionar, de aprender, de desaprender, de intentar comprender siendo sabios o espectadores, víctimas, victimarios o seres fugaces, el mundo que se nos está cayendo encima, ese lugar al que volvamos las veces que sea necesario.

Ajenos o no, busquemos una respuesta, para el mundo o para nosotros.

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